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El 27 de Junio pasado se consolidó en Atlanta el lanzamiento de una nueva organización política y, de la mano de esto, la ruptura de otra. Se formó “Patria Grande”, una fusión entre el Frente Popular Darío Santillán-Corriente Nacional y Marea Popular (conocidos en la UBA como “La Mella”).

Claramente el sector que se fusionó con Marea Popular terminó de consumar un giro a  derecha y una pérdida creciente de posiciones políticas de independencia de clase.  Nos gustaría, a continuación, realizar una reflexión crítica del giro a derecha de este sector del reformismo y un llamado a todos quienes se entusiasmaron y buscaron en el chavismo la vía al “Socialismo en el Siglo XXI” a romper con esta política y emprender un acercamiento hacia el socialismo revolucionario.

 

El autonomismo gira a la derecha para intentar salir de su crisis

 

El 12 de julio, el Frente Popular Darío Santillán-Corriente Nacional emitió un comunicado desligándose de la nueva organización, Patria Grande. Ese documento lleva la firma de los principales sectores territoriales y de trabajadores del país, además de militantes de la organización como Guillermo Cieza, Nora Ciapponi y Aldo Casas, en donde dicen que “no vemos que los objetivos y formas con que se construyó [Patria Grande] constituyan un avance en la necesaria articulación de la nueva izquierda independiente”, pero no dicen cuáles serían esos objetivos y formas. Sin embargo, al charlar con distintos militantes las diferencias comienzan a aflorar.

Una primera lectura da a entender que la ruptura hacia PG se daría centralmente en los sectores estudiantiles, como la COPA en La Plata, siendo los que comparten más espacios e ideología con Marea Popular y aquellos que en gran medida protagonizaron la fundación de la Corriente Nacional a principios del año pasado. Hilando más fino se ve, sin embargo, que Patria Grande es parte de un proceso que –no sin ciertas resistencias– ha venido atravesando en los últimos años el autonomismo en general: una tendencia a la adaptación a la democracia burguesa cuyas raíces vale la pena comenzar a explorar al tratarse de organizaciones de la amplia vanguardia que profesan luchar por el socialismo.

Lo primero que hay que señalar al respecto es que la crisis del reformismo en Argentina es el reflejo directo de la crisis que están atravesando los gobiernos “progresistas” de América Latina. Crisis que tiene como epicentro un rápido deterioro económico tras más de 10 años de alto crecimiento y un contexto internacional comercialmente favorable. Durante este periodo, que sobrevino luego del más importante ciclo de rebeliones populares que vivió Latinoamérica desde la década del 70, gobiernos como el de Chávez, Correa, Evo, Néstor y Cristina se han dado la tarea de apaciguar la bronca popular, de estatizar cuando no directamente cooptar la organización independiente de los explotados y oprimidos y de garantizar la estabilidad capitalista, aunque con un eje corrido más a la izquierda que durante la década anterior de apogeo neoliberal.

De más está decir que recuperar la estabilidad política burguesa no fue nada sencillo para estos gobiernos. Todo lo contrario, para los regímenes políticos que emergieron luego de los procesos de rebelión, y más aún de los más radicalizados, como Venezuela y Bolivia, recuperar la estabilidad del Estado supuso soltar algunas concesiones a los trabajadores y el pueblo. Medidas como la Asignación Universal por Hijo en Argentina o la estatización del petróleo en Venezuela han sido grandes caballitos de batalla a la hora de cooptar al movimiento popular independiente y ligarlo a estos “proyectos de Estado” neopopulistas. Todas estas medidas funcionaron como armas de doble filo que buscaron  –y en buena medida lograron– contener la bronca popular contra la opresión capitalista “neoliberal” y no modificar de fondo la estructura capitalista en sus respectivos países.

Sin embargo, ceder a algunas reivindicaciones populares o alterar un poco la matriz productiva de un país no es bajo ningún concepto una revolución. Menos que menos Socialismo del Siglo XXI o del año que sea. Pero muchísimas organizaciones así lo creyeron y comenzaron a construir, cuando no dentro del Estado, a la par del Estado su idea de nuevo socialismo, intentando enmascarar el clásico reformismo con términos como “poder popular”, “justicia social” o, en clave más latinoamericanista, “Patria Grande”.

De este modo, la crisis que atraviesan estos gobiernos tiene su réplica en estas organizaciones que jamás se propusieron una construcción alternativa con independencia de los Estados burgueses, sino más bien buscaron que ese mismo Estado se torne acaso más “popular”, acaso más “inclusivo”.  Crisis que ha puesto en los últimos años a estas organizaciones en una clara posición política defensiva, oscilando entre la cooptación de algunos de sus sectores y la invisibilización política, es decir, la incapacidad que han demostrado de transformarse en una referencia política por izquierda a estos procesos. Esto último es claramente el elemento que más ha hecho crisis en todo el reformismo autonomista argentino que, por no plantarse con clara independencia política del kirchnerismo, no ha podido proyectarse al plano político y por lo tanto erigirse en una alternativa ante más amplios sectores sociales.

La forma concreta en que se da esta crisis y su resolución por derecha es, en términos generales, que todos los gobiernos “progresistas” ante su propia situación de crisis y aires de decadencia, tomaron un rumbo hacia la derecha para estabilizar sus países, optando por políticas más abiertamente pro-mercado y de corte menos “estatista”. Este es un elemento que puede observarse en cada uno de los gobiernos de la región. A partir de este giro, abrieron una crisis en un sector de su base social más de izquierda, base que quiere ser disputada por estos sectores reformistas. Para lograrlo han ido ensayando progresivos vuelcos hacia un perfil más parecido al que estos gobiernos tenían antes, cuando eran más seductores para su base más progresista. Así, el caso del FPDS y Marea Popular, su sector más ligado a la clase media (el estudiantil) buscó parecerse más a un partido normal y presentable para el “sentido común progresista”, dando un salto a la pelea electoral(ista). Es decir, en lugar de que los sectores desilusionados con el kirchnerismo en Argentina o el chavismo en Venezuela giren hacia posiciones ideológicas y políticas de izquierda revolucionaria, buscan que se mantengan dentro de ese “sentido común nacionalista” pero siendo ellos los que lo capitalicen política y constructivamente. Es decir, juegan un papel conservador y no revolucionario en lo que hace a la tarea de avanzar en la construcción de organización y conciencia de clase entre los trabajadores.

Avancemos a continuación en trazar algunas definiciones políticas que sitúan a Patria Grande en una ubicación política a la derecha de su posición histórica. O mejor dicho: esbozar el traspaso de este sector del reformismo autonomista hacia lo que podríamos llamar un nuevo “reformismo estatista”.

 

Con una pata en el kirchnerismo…

 

[El kirchnerismo] no puede ser concebido como un gobierno popular que hay que defender frente a las corporaciones, pero tampoco como un gobierno servil que lleva adelante los dictados de las clases dominantes”. (Cambio N°1, Patria Grande)
Para cualquier organización que se precie de llevar el mote de socialista es una tarea fundamental caracterizar al gobierno que detenta el poder del Estado y de 2003 a esta parte el signo de los gobiernos de centro izquierda latinoamericanos en general, y el kirchnerismo en particular, ha dado lugar a amplios debates.

En primer lugar, no se puede perder de vista que en la Argentina hubo en 2001 un proceso de rebelión popular que marcó claras limitaciones a la opresión capitalista. Esos límites son los que diferenciaron al kirchnerismo de gobiernos burgueses como el de Duhalde que intentaron mitigar la bronca popular por la vía represiva. El gobierno kirchnerista otorgó ciertas concesiones políticas y económicas al pueblo, peroesto no le quita ni un gramo de su carácter burgués, que se erigió como el mejor garante de la estabilidad capitalista en la Argentina post 2001.  Ahora, en su carácter de garante de la estabilidad, da un giro a derecha, implementando un brutal ajuste económico, fiel a los intereses de la clase que verdaderamente defiende, la burguesía nativa e imperialista[i]

Esta no es la mirada que tiene Patria Grande del kirchnerismo, al que caracterizan como un gobierno que “no es servil de las clases dominantes”, olvidando completamente que el gobierno de un Estado burgués gobierna para la burguesía. Esta caracterización termina redundando en una política que no se centra en  enfrentar al kirchnerismo sino, como dicen ellos, en “superarlo”, buscando ocupar su cada vez más vacante flanco izquierdo. De este modo se comprenden los sucesivos acercamientos de este espacio a sectores K, como su voluntad de alianza electoral con colectoras kirchneristas como el Seamos Libres de Pablo Ferreyra o su integración en la CTEP (Confederación de Trabajadores de la Economía Popular), una organización territorial manejada desde las oficinas del Estado, con una cobertura ideológica “nac & pop” y conducida por el Movimiento Evita. Curiosa manera de “construir poder popular” de la mano de una de las organizaciones con mayor responsabilidad en maniatar al movimiento desocupado luego del 2001.

 

Y otra pata en el michelismo

 

Si nos quedamos con la idea de que Patria Grande estaría siendo una especie de organización exclusivamente en el borde o cercana al kirchnerismo nos equivocaríamos rotundamente ya que al mismo tiempo que teje alianzas con sectores kirchneristas como el Movimiento Evita, también hace de las suyas con sectores de la oposición. Pero no precisamente con la oposición de izquierda, que ya en su propia prensa descarta, sino  con la burocracia michelista de la CTA, que en su momento supo apoyar al gobierno de la Alianza, ubicándose en la vereda de enfrente de la rebelión popular en 2001; y luego junto a las patronales agrarias cuando el lock out de 2008.

En su momento el FPDS estrenó de forma clara su cercanía al michelismo cuando apoyó a la Lista Negra/Verde en las elecciones del gremio del Neumático en 2012. Esta lista impulsada por el michelismo tuvo la clara intención de romper la Lista Clasista Marrón, una de las protagonistas del proceso de organización independiente en el gremio y que jugó un rol destacado en sus luchas.

Marea Popular no se quedó atrás. En las pasadas elecciones legislativas, eligió en la Capital Federal a Claudio Lozano, un intelectual orgánico del riñón del degenarismo, como compañero de fórmula. No fue casual que uno de sus ejes de campaña fuera abiertamente capitalizar el “voto útil”, encabezando su flamante lista electoral con un centroizquierdista más conocido en las oficinas de la Federación Agraria Argentina que en las luchas obreras. Frente a esta alianza algunos compañeros del FPDS-CN se mostraron en su momento críticos, pero esa crítica parece haber desaparecido por completo ya que públicamente Itai Hagman plantea su voluntad de repetir esta alianza de cara al 2015[ii].

Así, a su alianza con sectores K le suman alianzas con sectores anti-K de la burocracia sindical. No hay más conclusión que sacar que Patria Grande ya no tiene nada de “independencia política” y mucho menos de “organización que se construye en la lucha y desde abajo”.

 

Deudas pendientes

 

El carácter de clase del kirchnerismo se ve claramente en su absoluta voluntad de “honrar” la deuda externa. La propia Cristina dijo que su gobierno era “pagador serial”.

Cualquier persona en este país sabe que la posición histórica de la izquierda ha sido, al menos desde que el Viejo MAS la popularizó en la década del 80, el no pago de la deuda externa. La razón es sencilla: toda la deuda fue contraída por gobiernos capitalistas (democráticos o dictatoriales) o capitalistas privados y no ha tenido otro resultado que el de reforzar la relación de dependencia económica y política al imperialismo (representado por el FMI, Banco Mundial, CIADI, Club de París, etc.). Es decir que pagar la deuda, ya sea una parte o todo, no es sino continuar con la subordinación al imperialismo y alejarse completamente de cualquier camino hacia la liberación nacional ¡ni que hablar del socialismo!

Curiosamente Patria Grande, que se presenta como una organización antiimperialista, está a favor de pagar una parte de la deuda, que consideraría “legítima”. En su periódico Cambio señalan que lo que correspondería hacer es “investigar” la deuda para ver qué parte pagar y cuál no, como si el problema no fuese que cualquier parte que se siga pagando implicaría continuar manteniendo las “obligaciones” con el imperialismo en lugar de romper con él y, con esos dólares, emprender un proceso de inversión y desarrollo industrial real y estratégico. Pero es claro, romper con el imperialismo requiere una estrategia que Patria Grande ni siquiera esboza: una gran movilización revolucionaria de los trabajadores que afecte algunas de las principales palancas económicas como son el comercio exterior y la banca para evitar la salida de capitales y tener el control de su entrada y salida.

El no pago de la deuda es una salida anticapitalista que una organización que sólo ve “lo que es posible” dentro del capitalismo no tiene intenciones de tomar, de la misma manera que no lo hizo ninguno de los gobiernos que ellos apoyan como el de Venezuela, Bolivia o Ecuador. Sólo un gobierno de los trabajadores basado en la movilización de masas puede tomar un curso de independencia del imperialismo.

 

Hay que superar al progresismo desde la izquierda revolucionaria

 

Desde el Nuevo MAS sostenemos que la única superación política progresiva a la crisis del chavismo, pasa por la conformación de organizaciones de izquierda revolucionaria con verdadera independencia de clase. Superación que en el caso de Venezuela, por ejemplo, puedan ofrecer un canal político a amplios sectores que hoy sólo tienen una voz opositora en las fauces de la derecha escuálida e imperialista.

Sin embargo, esto presenta una diferencia notoria con el proceso que se vive en la Argentina, puesto que si bien el deterioro económico es también mayoritariamente aprovechado por la derecha, existe también un contrapeso por izquierda que está siendo capitalizado política y constructivamente por las organizaciones de la izquierda revolucionaria que, como el Nuevo MAS, nos hemos mantenido con claras posiciones de independencia política y buscamos dar esa batalla en cada uno de los frentes que se nos presentan. En primer lugar ligándonos a las luchas más avanzadas de la vanguardia del movimiento obrero, como la heroica e histórica lucha de Gestamp en la que nuestro partido jugó un rol destacado, las luchas del movimiento estudiantil, la vanguardia del movimiento de mujeres junto a Las Rojas; pero también planteando una opción consecuente de izquierda clasista en el plano electoral, utilizando este ámbito como una tribuna para difundir masivamente una política de independencia de clase. Una política que busque transformar a la izquierda revolucionaria en una fuerza orgánica entre los trabajadores y se proyecte como alternativa hacia el conjunto de los explotados.

 

“Pato” Atkinson, Agustín Fleita y “Tano” Simonetti, ex militantes del Frente Popular Darío Santillán

 

[i]-  ¿Qué mejor ejemplo de esto que la actual ubicación del Gobierno nacional como garante del ajuste y el pago de la deuda externa? En la coyuntura actual, frente al creciente deterioro económico, producto de las taras propias del capitalismo dependiente y semicolonial que el kirchnerismo lejos de combatir, ha profundizado, surge como necesidad imperante para las clases dominantes descargar un brutal ajuste sobre los trabajadores, que se manifiesta en la inflación, la devaluación de la moneda, la escalada de despidos y suspensiones en la industria, particularmente la automotriz, y ahora, con mayor fuerza en la absoluta voluntad de pago al 100% de los acreedores de la deuda externa, reforzando el ajuste y profundizando más aún la dependencia económica de la Argentina.

[ii]- Entrevista realizada por Enrique de la Calle y Camilo Carbonelli a Itai Hagman, publicada en el portal de noticias Paco Urondo. 24 de Julio de 2014. http://www.agenciapacourondo.com.ar/militancia/15034-qno-descartamos-ir-a-las-paso-con-seamos-libres-y-unidad-popularq.html

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