La Biblioteca Nacional presidida por el intelectual K, Horacio González, acaba de reeditar en edición facsimilar la revista Fichas de Investigación Económica y Social que dirigió hacia mediados de los sesenta, el historiador autodidacta y en algún momento militante de la corriente morenista, Milcíades Peña. Nobleza obliga: la saludable iniciativa de poner a la luz estos diez números de dicha revista es parte de una labor editorial que llevó a cabo también la reedición de revistas de ese período como Contorno, Envido y otras.

Citemos parte del prólogo que el propio González hace a la obra y a partir de allí, plantearemos una serie de primeras reflexiones. Éste señala:

la profunda originalidad y coherencia que poseía su proyecto editorial, que en la historia de las publicaciones de la izquierda argentina la hacía absolutamente inusual. Toda la revista –que sale entre los años 1964 y 1966- , lleva a la cúspide una escritura precisa y mordaz, lo que podríamos llamar una absorbente obsesión: el afán polémico en torno a las explicaciones destinadas a interpretar el peronismo y su lugar específico, social y económico, en la historia del país.

No es incorrecto lo allí afirmado: el proyecto de Peña fue realmente “absolutamente inusual” en la izquierda argentina, que poseía ricos emprendimientos editoriales (lo de ricos tiene que ver con infraestructura, más de una editorial que lo sustenta, etc.) como el Partido Comunista y sus Cuadernos de Cultura, pero presos de un marxismo vulgar que lindaba la caricatura, y las más artesanales Pasado y Presente de los expulsados del stalinismo, Aricó y Portantiero que coquetearán con el maoísmo y con un Gramsci particularmente interpretado y dentro del panorama trotskista la Estrategia dirigida por Nahuel Moreno a fines de los cincuenta, en donde el propio Milcíades colaboraría. El rigor científico de Fichas, la obsesión por la base empírica de lo que se afirma y todo ello mediante una prosa mordaz y sardónica a más no poder, la emparentaban a lo mejor de los trabajos clásicos de Marx, Engels, Lenin y Trotsky.

La vida de la publicación fue de apenas diez números trimestrales, publicándose el último de ellos cuando Peña ya había fallecido (lo que ocurrió en diciembre de 1965). Rastreando su contenido (queda pendiente un trabajo más específico y desarrollado sobre el mismo) observamos tres grandes ejes de problemas que la publicación aborda, a saber:

1. La crítica sin concesión alguna, mostrando sus serias inconsecuencias, al nacionalismo burgués del llamado luego Tercer Mundo y que aquí expresó mejor que nadie el primer peronismo. Eso de la mano de la constatación real de la inexistencia de la llamada burguesía nacional, que fuese capaz de cumplir rol progresivo alguno en el siglo XX, aun y sobremanera de llevar a cabo las tareas que le hubiese correspondido (desarrollo industrial armónico, ruptura con la dependencia política del país hacia las metrópolis al margen de los roces con algunas de ellas, etc.). Si ese sujeto era incapaz de ello, será el proletariado, en un proceso de revolución permanente, el encargado de realizarlas “de paso”, como decía Trotsky, en la transición al socialismo.

2. En el marco de comprender la existencia de una economía mundial, Fichas intenta dar cuenta de fenómenos propios del siglo pasado como la burocratización en la URSS y la emergencia de la Revolución China, y en sintonía con el punto anterior, la aparición de bonapartismos como el de Nasser en Egipto y otros.

3. Hacer un beneficio de inventario de la sociología académica, de fuerte tono positivista y con la hegemonía evidente aquí en la Argentina de Gino Germani y las escuelas funcionalistas norteamericanas contemporáneas. La reivindicación de Whight Mills, por ejemplo, es un paso claro en esa dirección.

Como ya dijimos, es una tarea pendiente y necesaria profundizar en el análisis de Fichas, para precisamente reivindicar no acríticamente su legado, sino señalando las limitaciones y los problemas que Peña tuvo (2). Muy a vuelo de pájaro señalemos: la necesidad de mayor precisión en su conceptualización (acertadísima en lo esencial) de que no fue feudal la conquista en América y hurgar en la definición de capitalismo mercantil, colonial o de factoría como él lo presentó; algunos rasgos sectarios en la comprensión del peronismo y del 17 de Octubre por ejemplo, la posición aún deudora de ciertos análisis de Trotsky y de la IV Internacional post 1940 incluido Deutscher, en cuanto a definir como obrera y socialista sin más, a toda formación económico social en donde haya sido expropiada la burguesía; cierto pesimismo en el último Peña en relación a la potencialidad de la clase obrera argentina, quizás por “torcer en exceso la vara” ante posturas que veían a aquélla siempre a lo ofensiva y ontológicamente revolucionaria; por nombrar las que creemos más importantes.

Dar cuenta de esto no nos impide reconocer la importancia colosal del emprendimiento de Fichas (muchas notas, luego publicadas en libros como la Historia del pueblo argentino, Industrialización y clase sociales e Industria, Burguesía industrial y liberación nacional), además por ser trabajos en formación, algunos borradores de proyectos no culminados incluso. Y en un dato para nada menor, porque todas las polémicas que la revista llevó a cabo, estaban en el marco de su inclaudicable defensa de la independencia de clase de los sectores trabajadores y cómo esa tarea científica podía colaborar, ayudar en la adquisición de dicha estrategia política. En un sentido reflejaba también discusiones de la vanguardia de la época, que se verán potenciadas aún más a partir del período que abrió el Cordobazo y el ascenso obrero estudiantil post 1969.

Para finalizar, citemos nuevamente a nuestro prologuista y en base a ello, realicemos nuestras últimas reflexiones. González dice:

La virulenta polémica con Jorge Abelardo Ramos que, por cierto, tampoco carece de municiones retóricas para aseverar lo suyo, es una de las grandes polémicas del siglo XX (…) (Peña) se dirige a demoler la tesis del crecimiento de una burguesía industrial frentista, como lo sugiere Ramos –al que no le faltan recursos argumentales, desde luego, y al que la revista le ofrece publicarle sus respuestas-. No parece ofrecimiento sincero: en todo momento Ramos es presentado como el “gran impostor”.

Acá hay una ausencia y una tergiversación. Empecemos por esta última. El ofrecimiento para que Ramos escriba en Fichas no sólo fue sincero, sino que se llevó a cabo efectivamente, publicando lo que aquél iba señalando e intentaba argumentar para con sus críticos. En cuatro números de la revista esto se transcribe literalmente. Que Peña saque la conclusión de que Ramos es un “gran impostor” está más que harto demostrado en la polémica y no tiene un ápice de estigma psicológico o moral, sino fundamentalmente político. No está demás recordar que quien creará luego al FIP es el “padre” intelectual de casi todo el arco de la “izquierda nacional”: Galasso, Laclau, Forster, Brienza, y por vía indirecta el propio González. (3)

Finalmente la ausencia, lo que no dice nuestro comentarista, es que esa y otras polémicas tienen una furibunda actualidad hoy a comienzos del siglo XXI: echarle el rastro a la supuesta burguesía nacional industrialista, pensar que el nacionalismo burgués y su concepción frentista y de conciliación de clases puede llevar a cabo realmente una lucha consecuente con los poderes imperiales de turno y cómo aquéllos que se denominan marxistas tienen que colaborar en la educación de la independencia de clase de los trabajadores como requisito innegociable en el camino a la construcción al socialismo. Reiteramos: aun con sus menguas y limitaciones, el trabajo de Peña y Fichas son un mojón en esa última dirección, que todo socialista revolucionario debe reivindicar, superar y desarrollar.

Guillermo Pessoa

1. Fichas de Investigación Económica y Social, Edición Facsimilar, Reediciones Antología. Editorial Biblioteca Nacional. Dos Tomos. Buenos Aires, 2014.

2. Nuestra corriente comenzó a realizar cierto balance y ajuste de cuentas con el legado de Peña. Un ejemplo clarísimo de ello es el cap. 4 “Actualidad de las polémicas de Peña” en Revolución o dependencia, Marcelo Yunes, Ed. Antídoto, Bs. As., 2011. No nos asombra comprobar que dicho trabajo no es mencionado por los editores en la bibliografía sobre el historiador platense que citan luego de los prólogos.

3. Otro sí decimos. González señala con razón que Fichas no tiene a Gramsci como una de sus referencias teóricas, lo que es cierto. Lo que es falso es que el pensamiento del italiano sea totalmente desconocido para Peña. En el curso sobre Introducción al marxismo que el platense dio en 1958 y fue publicado cuarenta años después por Tarcus, éste cita al italiano, lo hace descender en línea directa de Labriola, lo que también es verdad y le complace definir al marxismo como una filosofía de la praxis, tal cual hiciera el sardo.

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