Acuerdo con el Club de París: se deshilacha la épica



 

“[El acuerdo] es parte de un intento de Argentina de normalizar su situación. Esperamos, primero, que los beneficie, y segundo, que continúen dicho proceso” (Christine Lagarde, directora gerente del FMI).

 

Dio vergüenza ajena ver cómo el kirchnerismo rabioso celebraba el acuerdo con el Club de París como si se hubiera tratado de la mayor épica antiimperialista de la historia. Se perdieron la oportunidad de invitar al festejo a otros ex enemigos jurados igualmente eufóricos, como Clarín (primera tapa a favor del gobierno en años), Macri, Binner, EE.UU., los mismísimos fondos buitres como ATFA… y el FMI. En pleno clima de hermandad patriótica mundialista, hubiera sido un bonito gesto. De todas maneras, este nuevo “momento histórico” es una buena oportunidad para recordar qué fue de aquellas “gestas nacionales y populares” que alimentaron durante estos años el “relato” oficialista. Algunas de ellas quedaron por el piso hace rato, otras más recientemente. Pero da un poquito de impresión verlas todas juntas y comparar. A decir verdad, la lista da para más de veinte, pero no resistimos la tentación de hacer el paralelo con otra mitología de la política argentina: las “20 verdades” (más bien, perogrulladas y lugares comunes) del peronismo.

 

1. “Hemos resuelto el problema de la deuda externa”

Algunas cifras de la “solución”: Alfonsín dejó 56.000 millones de dólares de deuda; Menem la subió a 112.000; De la Rúa sólo tuvo tiempo de subirla hasta 130.000. ¿Y ahora? Si sumamos al último dato oficial (septiembre de 2013) los bonos a Repsol y este acuerdo con el Club de París, llagamos a 210.000 millones. Y para pagar el servicio de deuda se ajustó todo: el dólar (con la consiguiente inflación), las reservas, el margen de gasto del Estado… Es verdad que hay menos deuda externa y más deuda intra Estado, gracias a la medida más fuerte de todo el ciclo kirchnerista, la estatización de las AFJPs. Pero hablar de solución, y más en estos días, queda un poco ridículo, ¿no?

 

2. “A los fondos buitres no les vamos a pagar un centavo”

Esta imprudente bravuconada de varios ministros y la propia Cristina hizo enojar mucho a la Cámara de Apelaciones de Nueva York, que se convenció de que el Estado argentino iba a desacatar a la justicia yanqui. Con ese antecedente, el lobbista contratado por como estratega de la postura argentina en el juicio de los buitres, Paul Clement, pus como condición para aceptar el cargo que ningún funcionario, empezando por la presidenta, volviera a abrir la boca. Y lo reiteró esta misma semana. Claro, para qué decir pavadas para la tribuna cuando el gobierno ruega al cielo tener una oportunidad para negociar con los buitres y sacarse el problema de encima de una vez. Porque decida lo que decida la Corte Suprema yanqui, una cosa es bien segura: a los buitres se les va a pagar.

 

3. “Nunca tuvimos tantas reservas en el Banco Central”

Qué tiempos aquéllos cuando se decían cosas como ésta, allá por 2010, con 52.000 millones de dólares en el BCRA. Pero ahora, de resultas del deterioro de las cuentas del “modelo” (deuda, inflación, caída del superávit comercial, déficit fiscal y un largo etcétera), no hay forma de volver a los 30.000 millones, la misma cifra de reservas que en… diciembre de 2001.

 

4. “Tenemos superávit comercial y superávit fiscal”

Claro, este relato es viejito, de 2008 más o menos. La verdad hoy es que el superávit comercial es totalmente artificial porque las importaciones están controladas. De modo que no sabemos cuál sería el verdadero saldo de balanza comercial. Y tampoco sabemos la verdadera cifra del déficit fiscal (admitido hace rato), porque se tapa con los préstamos del Banco Central (lo que se llamaba en otra época “déficit cuasi fiscal”) y de la ANSeS. Pero en 2013 se estimaba en un robusto 4,5% del PBI. Ahora tal vez sea menos… gracias a que el INDEC infló las cifras del nuevo PBI.

 

5. “Somos el gobierno del crecimiento récord en la historia”

Sí, todo muy lindo hasta 2008. Porque en 2009 hubo recesión (disfrazada de “crecimiento del 0,1%” en el recálculo del PBI hecho por el INDEC). El crecimiento (oficial) de 2012 fue del 1,9%. Y en 2013 del 3% (las mediciones privadas dan mucho menos e incluso negativo) y en 2014 estamos de hecho en recesión. ¿Crecimiento récord? Noticias de ayer, dice el tema de Los Redondos…

 

6. “Pusimos en marcha un modelo de industrialización con exportaciones récord”

La “industrialización” sólo puede considerarse tal como reutilización de la capacidad instalada ociosa después de cinco años de recesión. Pero en cuanto a nueva infraestructura industrial, no hay nada que remotamente se le parezca, con la sola excepción del complejo automotriz, al que nos hemos dedicado hace poco. Recapitulemos rápido: exportaciones cautivas de un solo mercado (Brasil), 70% de autopartes extranjeras, 0% de terminales nacionales. El monto global de exportaciones está estancado desde 2011, y la tasa de inversión general e industrial no supera el promedio histórico. Y si hablamos del perfil exportador, esta definición no por venir de un lobbista sojero insufrible deja de ser verdad: “La macroeconomía argentina es sojadependiente. Nada de malo en ello, sólo que por alguna ignota razón a buena parte de la sociedad le duele reconocerlo” (H. Huergo, “Es la soja, estúpido…”, Clarín, 31-5-14). Por supuesto, ni las razones para que el gobierno se niegue a reconocerlo son “ignotas” ni es verdad que no haya “nada malo” en la sojadependencia. Pero es un hecho: a 11 años del comienzo del “modelo de industrialización”, el gobierno entero tiembla cuando no llueve o llueve demasiado, porque significa menos soja, menos dólares y problemas para todo el año. Así de simple.

 

7. “Los que cuestionan las cifras del INDEC son los especuladores financieros”

Claro que sí, pero no sólo ellos, sino todo el resto del universo conocido, desde la burocracia sindical hasta el FMI. Y se ve que alguna verdad había tras ese cuestionamiento, porque desde fines del año pasado comenzó un proceso más bien sigiloso de remaquillaje del maquillaje de cifras del INDEK. No hay cifras fiables de inflación, PBI, pobreza, desocupación y casi ningún otro indicador social y económico básico desde 2007. Y en su giro ortodoxo acelerado desde 2013, el gobierno debió aceptar del FMI (sí, del FMI al que “no se le aceptan condicionamientos”) que no había forma de volver a los mercados si no se empezaba, al menos, a reparar todo el estropicio estadístico anterior.

 

8. “No seguiremos el camino del ajuste de tarifas”

Esta canción se entonó durante largos años, pero desde 2013-2014 cambió drásticamente la música. Ya no se trata de que los progres con plata renuncien a los subsidios, sino de tarifazos en regla, en algunos casos muy importantes. El del gas todavía no se sabe bien cómo es porque el consumo fuerte aún no empezó, pero ya están en carpeta la luz, los transportes y el resto. Digamos de paso que estos ajustes serán sobre todo para Capital y GBA, porque en el interior hace rato que sufren tarifas muy distintas a las “congeladas desde 2003”. Y lo más novedoso es que ahora no se hace con vergüenza, disimulo y timidez, como otros años, sino que todo el discurso oficial y sus propaladoras están armados para justificar ideológicamente los tarifazos.

 

9. “Vamos por el 50% del ingreso nacional para los trabajadores y la mejora continua del salario”

Entre las muchas víctimas de los desaguisados del INDEK, debemos computar esta aspiración K a emular a Perón y su “fifty-fifty” (50% del ingreso para el “capital” y 50% para el “trabajo”, fórmula aritmética que condensa la ideología y política de conciliación de clases). Como de costumbre, comparando con los pisos más bajos de la crisis, el kirchnerismo anunciaba que desde el 28% del ingreso para los trabajadores en 2003 se había superado el 40% en 2008 “y vamos por el 50%”. Pero resulta que este dato dejó de publicarse en las series del INDEC desde por lo menos 2012, de modo que nadie sabe hoy a ciencia cierta por dónde anda la cifra en cuestión. Que no nos extrañe que un día de éstos Cristina haga el anuncio en algún discurso, pero que quede claro: no van a ser números fiables, sino un salto de fe, como decían los teólogos. Y más en tiempos de ingresos salariales carcomidos por la inflación y desempleo en alza.

 

10. “Bajamos la desocupación y apuntamos al pleno empleo”

Otro rubro para desconfiar desde 2007. Resulta que la desocupación, sacando alguna variación estacional, no hacía otra cosa que bajar; a comienzos de 2013 estaba en el 6,6%, y si seguía bajando, en efecto, podía hablarse de pleno empleo (la desocupación llamada “de fricción”, de personas que cambian normalmente de trabajo, es un piso del 3%). Pero ni siquiera la alquimia estadística del INDEK pudo dejar de reconocer que este año la tendencia se revirtió y la flecha ahora va para arriba. Cuánto, es algo que sólo se puede adivinar, pero lo que se habla, vive y respira en fábricas y oficinas privadas es innegable: hay más despidos, hay más suspensiones, casi nadie toma personal, no hay grandes inversiones nuevas y está volviendo el miedo a perder el trabajo. Y el que niega esto es porque no labura.

 

11.  “Siempre defenderemos los derechos de los trabajadores”

Pero no si esos trabajadores luchan y se organizan de manera independiente de la burocracia sindical. En ese caso, se les hacen campañas macartistas repugnantes (los docentes, los ferroviarios… y ahora Gestamp, por citar sólo los más recientes) y se los estigmatiza como egoístas, malos trabajadores y peores patriotas. Lo mismo vale si se quejan del impuesto al salario llamado “ganancias”, otro regalo de la segunda etapa del kirchnerismo. En cambio, para la patronal, ahora todo es amabilidad, caricias y seducción, como la modificación siniestra de la ley de ART y ahora el “blanqueo” de evasión de aportes, aplaudido fervorosamente por su creador, Domingo Cavallo.

 

12. “Jamás reprimiremos la protesta social”

Bueno, acá sí que nos podemos ahorrar la demostración. Tenemos desde Las Heras a los múltiples procesos a luchadores; de la Ley Antiterrorista hasta el súbito descubrimiento de Cristina, en su discurso del 1º de marzo pasado, de que el PRO siempre había tenido razón con la idea de regular los piquetes; de las declaraciones de Berni a los operativos de Berni. Y, otra vez, pueden ir a llevarle el título de esta “verdad” número 12 a los obreros de Gestamp y de las fábricas en lucha en general, a ver qué opinan.

 

13. “Avanzamos en las causas contra los genocidas y la complicidad civil con la dictadura”

Es cierto que durante un tiempo se apilaron condenas a milicos (aunque eran muchas condenas para pocos condenados), pero últimamente el tema viene de capa caída en el discurso oficial. No es para menos, después de haber sostenido contra viento y marea la designación de un ex represor nada menos que como jefe del Ejército. Más allá del affaire Milani, lo notable es que, salvo algún kirchnerista despistado, el castigo a los cómplices civiles de la dictadura se ha evaporado de la agenda oficial. Era de esperar, teniendo en cuenta que la flor y nata de la clase capitalista argentina estuvo involucrada, pero ahora no se trata de apostrofarla en las tarimas, y ni siquiera de maltratarla económicamente como bajo Guillermo Moreno, sino de halagarla y convencerla de que invierta sus dólares… o al menos de que los traiga de los paraísos fiscales internacionales donde los tiene guardados.

 

14. “Guerra total a la oposición de derecha, sobre todo Macri”

Ah, qué tiempos épicos aquellos en que el kirchnerismo contaba los diputados y senadores con los dedos para conseguir quórum y para aprobar leyes que “la opo” rechazaba visceralmente. Últimamente, algo debe haber pasado, porque reinan la armonía, la civilidad y el “consenso en las políticas de Estado”. Ya van varias leyes que se aprueban por unanimidad o casi, algo que no ocurría ni bajo Alfonsín. Inclusive, ahora mismo el gobierno está negociando que las principales figuras parlamentarias de la oposición viajen junto con los oficialistas para hacer una presentación-gira en Nueva York y sostener la posición argentina en el juicio contra los buitres. Y Cristina, como todos sabemos, ahora se lleva bárbaro con Macri: se hablan por teléfono, intercambian regalitos papales y el PRO y los K votan infinidad de veces juntos en la Legislatura porteña. Se ve que a unos y a otros se les pasó la “crispación” y se tratan como una seda. Sólo pierden la compostura con las luchas de los trabajadores.

 

15. “Guerra total a Clarín con la aplicación de la ley de medios”

No, no es que se hayan amigado, pero… ¿y el 7D? ¿Y el “fin de la corpo”? ¿Y el desguace de Clarín, que ya presentó obedientemente su plan, pendiente de aprobación por el AFSCA, todavía sin novedad? ¿Y las “nuevas y múltiples voces” que iba a generar la ley de medios? ¿Y los dientes que le mostraba Sabbatella a las “corporaciones”? ¿No mordieron a nadie? Y ahora resulta que Clarín aplaude en tapa el acuerdo con el Club de París. ¡A lo que hemos llegado!

 

16. “Más derechos para las mujeres y las minorías sexuales”

Tal como decíamos Las Rojas y el Nuevo MAS en ocasión de la ley de matrimonio igualitario, no estaba nada garantizado, como creían muchas honestas kirchneristas, que se venía la legalización del aborto. Cristina siempre fue antiabortista (“peronista, no progresista”, se definió en Roma frente al Papa anterior). Pero con el Papa argentino, “alborotador”, campechano y “populista”, se acabó hasta el menor atisbo de que el oficialismo ponga el tema en la agenda. Más bien, la balanza fue para el otro lado: Cristina, por primera vez en la era kirchnerista, estuvo en la Catedral de Buenos Aires para el tedéum del 25 de mayo, con lágrimas de emoción religiosa y todo. A ver, chicas, no es el momento de pelear por el aborto, tenemos una figura mundial que sostener…

 

17. “Somos parte del Mercosur y del destino latinoamericano”

A decir verdad, aquí hay responsabilidades compartidas. El principal impulsor del “latinoamericanismo”, Chávez, no tuvo reemplazo a su muerte. Maduro tiene bastante con su propia alma para andar ocupándose de asuntos regionales. A Dilma tampoco le sobra tiempo, entre los “indignados” desde el año pasado, la organización del Mundial y las protestas contra el Mundial. Encima, el principal candidato de la oposición, Aécio Neves, ultraliberal y felpudo de la poderosa patronal paulista, la FIESP, refleja la voluntad de ésta de enterrar el Mercosur en su forma actual. En Uruguay, hasta el Frente Amplio baraja un TLC con EE.UU. Así que Cristina, en su regreso a los mercados financieros, no recurrió a los ya inexistentes petrodólares venezolanos, sino al respaldo del gobierno francés, verdadero artífice del acuerdo con el Club de París.

 

18. “Enfrentamos a las privatizadas con más acción del Estado”

¡Ah, qué ola esplendorosa de estatizaciones cuando las multinacionales huían de un país con muy mal “clima de negocios”, o cuando concesionarios chantas y lúmpenes (nacionales o extranjeros) dejaban caer el servicio! Pero resultó que después hubo que pagar la cuenta: las privatizadas extranjeras le hicieron juicio al país en el CIADI, el gobierno aceptó, perdió (por supuesto; en el CIADI nunca ganan los estados)… y aceptó pagar un arreglo. En este caso, la “acción del Estado” consiste en ponerse. En cuanto a las compañías estatizadas, tanto en lo financiero como en la gestión son tan lastimosas que es de temer que un futuro gobierno más de derecha no encuentre muchos obstáculos políticos para reprivatizarlas. Sólo zafan por la comparación con el desastre privado anterior, como los trenes.

 

19. “Recuperamos YPF y la soberanía energética para el país, contra las sanguijuelas de Repsol”

Queda feísimo decirlo, pero no hay más remedio: lo habíamos escrito. La semiestatización (tras el fracaso de la “argentinización” con los lúmpenes Eskenazi) terminó siendo una simple adquisición a precio de mercado, sin el menor viso de “expropiación”. La operación se financió con más emisión de deuda, la tabla salvadora de todos los esquemas de este kirchnerismo en retirada. Y en cuanto a la “soberanía energética”, seguimos muy lejos. En lo inmediato, porque la cuenta de importaciones de energía no para de crecer. Y en el mediano o largo plazo, la gran apuesta “estratégica” es explotar los recursos de Vaca Muerta… en estrechísima sociedad con un muy amplio espectro de petroleras multinacionales, a las que ya, ahora, se les están ofreciendo condiciones que los kirchneristas de hace cinco años habrían rechazado indignados como “entreguistas”.

 

20. “Nos plantamos frente a EE.UU. y la Unión Europea desde un lugar soberano”

Bueno, esto siempre hubo que tomarlo con pinzas. Hasta en los “años locos” del kirchnerismo se hizo profesión de fe capitalista, tocando la campanita en la Bolsa de Wall Street. Pero ahora, ni soñar con la menor veleidad “antiimperialista”. Las grandes potencias ahora son posibles inversores de los que se tiene mucha necesidad, y no hay que hacerles gestos huraños sino zalemas. Y nada de apoyarse en China, Rusia o América Latina contra el Primer Mundo: la penuria de divisas del “modelo” necesita de todos y todas. Por eso la gestión de Cristina con François Hollande para abrochar lo del Club de París, que ya señalamos.

El círculo se cierra así: de pegarle un portazo en la cara a George W. Bush en Mar del Plata en 2005, contra el ALCA, a contratar los servicios de lobbista del procurador general de ese mismo presidente en la causa con los buitres, el citado Paul Clement. El mismo que ahora llama a silencio de radio al gobierno hasta el 12 de junio, cuando se expida la Corte. Si no puedes vencerlo… subordínate a él.

 

Pero ¿es que no queda ni una verdad del “relato” en pie? Claro que sí, y acá va la lista completa, que consiste en 1 (una) afirmación, reiterada hasta la náusea en discursos y foros oficiales:

 

1. “Negociamos con el Club de París sin la intervención del FMI”.

Totalmente cierto. Digamos que el kirchnerismo tuvo suerte, ya que había un plan B al respecto por si Japón no aflojaba, como consignamos en el número anterior. Pero hasta esta verdad es a medias, por dos grandes razones. Primera, que el FMI, aun sin intervenir, estuvo y está totalmente a favor del acuerdo, lo saludó y felicitó al gobierno, como citamos en el acápite. Y segundo, porque las condiciones del acuerdo no se diferencian mucho, en lo financiero, de las que imponía el FMI.

Veamos: la deuda con el Club de París era, en 2003. de 1.800 millones más 550 millones de punitorios. Total: 2.350 millones. Ahora el gobierno reconoce deuda, y pagos, de cuatro veces la deuda de 2003, lo que implica convalidar “una tasa anual del 14,5%; tasa original del 7% más sobretasa congruente con la multa por moras del FMI” (Ámbito Financiero, 3-6-14). Una vez aceptadas estas multas leoninas, ¡que viva la “soberanía”!

Marcelo Yunes

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